viernes, 4 de marzo de 2011

Me gusta más el mar que lamer.

Era una tarde, tonta y caliente, de esas que te quema el sol la frente... echadle imaginación para el resto, que me veo pasando por la caja de la SGAE
Las fotos que me mandó por internet debían corresponder al después, el caso es que a la cita se presentó el antes... primera en la frente. Admito que el muchacho era encantador: atento, cariñoso, educado... y una, que tiene dos debilidades (ya os contaré cuáles), pensó que no tenía nada de malo echar la tarde con él (y si acaso, tomar algo).
En fin: la velada fue de lo más agradable y amena, y no es por caer en el tópico, con su paseo por el Retiro incluido. De repente, algo me hizo sospechar que el chico tenía pérdidas, porque empezó a comentar que le gustaban mis sandalias. Craso error, debí haber comenzado a sospechar otra cosa.
Llegó el momento de la verdad. Una está acostumbrada a que no la miren a los ojos, pero me estaba dejando perpleja que fijase la vista mucho más abajo, y no por pudor precisamente. Su vista desdeñó lo que se le ofrecía en primer plano y ¡oh, estupor! sus manos también lo desdeñaban y se encaminaba peligrosamente a mis sandalias, para proceder a descalzarme. El estupor tendía a infinito cuando, pasando por alto las inevitables rozaduras de estrenar calzado en verano, la hierbecilla del paseo, el sudor (sí, hasta alguien tan divino como yo suda) y demás suciedad derivada del entorno urbano, esa criatura acercaba peligrosamente mi pie a su lengua o viceversa.
Resumen: él se dedicó a la podofilia, mientras yo lo hacía a la pedofilia (y hasta ahí voy a leer... por el momento)

2 comentarios:

  1. Es una forma sutil de sugerirnos a todos los podólatras del mundo que tus lindos piececitosssssssss son la mar de relamibles...¿¿?? ... Que teniendo algo olvidados mis estudios literarios, y con la sutileza aún por estrenar... me parece el fondo de la cuestión...

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  2. Si bien no podría entender que alguien idolatrara mis mejillones, sí que lo entendería en el caso de mis tobillos de jilguero sobrealimentado. Total, vengo a decir que a mí no me pasan esas cosas (a Odín gracias) y que en cuanto a anécdotas y vivencias eres única. Sigue exponiéndolas para que nos riamos de cuánto NO debemos hacer en una cita :D

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